domingo, 7 de septiembre de 2008

Corte en vacío

Somos dibujos animados en tres dimensiones. Caricaturizado digitalmente estoy más flaco y sin barba. Entro y salgo de mí, continuamente en ida y vuelta que no marea. Estamos flotando. Ella enfrente mío. ¿Qué es el fondo? ¿Qué nos rodea? Primeramente pienso en la Fuerza, sin forma, millones de moléculas invisibles a mis ojos. El clásico traje beige indica que es una Maestra Jedi. Su cabello marrón es tan largo y lacio, que se le cruza por delante hasta superar sus pies. A la altura del hombro, donde el pelo dobla, una hebilla marrón se prende. Junto a su cabeza flota un sable láser cerrado.

No hablamos. Pero su voz suena en mi interior. Suave, con la paciencia del mar me dice que es una de las últimas pruebas para convertirme en Caballero Jedi. “Debes llevar el sable hacia ti sin verlo. Sintiéndolo”. Una vez que tenga el sable en mi poder, debo abrirlo y cortar milimétricamente en los dos puntos donde apoya su índice: Por debajo de la hebilla del pelo y en el cinto que sostiene la túnica. Si erro mis cortes la mato. Ella asume el peligro, yo el miedo.

Su voz continúa viajando dentro de mí, con eco rebota en las arterias y repite incesantemente que debo sentir el sable, si no, nunca podré atraerlo hacia mí. “Tus ojos deben permanecer cerrados. No debes abrirlos, de lo contrario el vacío nos tragará”. El aire nos envuelve. Los dedos de mis pies se encojen aunque no haga frío. Cierro los ojos. Vuelvo a salir y a entrar en mí. Visualizo toda la escena, desde afuera y desde adentro (sigo mirando y aún no puedo creer que soy un dibujo animado). Soy un espiral que pierde consistencia material. Focalizo mi ser en el sable, lo siento vibrar, siento el mango de metal aunque no lo esté tocando. El cristal de su interior late en armonía con la Fuerza.

Ella observa atentamente con los ojos abiertos como dos soles. Es tanta paz la que hay en su rostro que la envidio profundamente. Vuelvo a salir y veo el sable entre ella y yo, acercándose. Entro de nuevo y todo es oscuridad. Mi mano derecha se apodera del sable. Escucho el láser desplegarse con total fulgor. “No abras los ojos” ordena la voz en mi profundidad. Los músculos están tensados, el cuerpo no se mueve hace tiempo. Detengo la respiración como si fuera la última vez y en dos segundos llevo el sable hacia arriba, cortando el cabello de la Maestra Jedi al ras de su hebilla e inmediatamente en su cinturón. Cierro el sable, abro los ojos retomando la respiración y observo como su cabello se divide en lluvia, cayendo debajo nuestro. El cinto sigue el mismo rumbo, dejando flamear la túnica.

3 comentarios:

Mati dijo...

¿Fue un sueño?
Sea como fuere, muy buena descripción...
¿Y para cuándo la Experiencia de Paz?
Te espero el miércoles!
Abrazo,
Mati

Emiliano dijo...

Así es Matienzo, fue un lindo sueño. Aún no puedo creer que haya sido un cartoon.
¡Cuanta razón tenía Campolongo jajajajajaj!
Abrazo.-

sonnenheld dijo...

Lo ví todo. Yo estaba allí...