martes, 22 de septiembre de 2009

El Océano

En esta vida
horrible de templos
como siempre le creyó
y jugaron a ser
palomas de papel sobre semáforos.

En una anterior se miraron
y le creyó,
fueron tirabuzones nacidos del mar
de hielo en invierno
de rocío en verano.

En esa próxima
con soplidos oníricos hilvanada
le va a creer
y melodías en órbita espacial
van a ser.

"¡Es el agua, el Océano!"

Le creyó,
tonto o enamorado
o las dos tal vez,
por eso es que
al Océano se arrojó.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Decálogo del Guerrero


1. El Guerrero nunca se rinde, muere dignamente con amor propio y fundido a su espada en el campo de batalla.


2. El Guerrero no avanza siempre desaforado y ciego de sangre. Se detiene cuando siente que más no puede y llora hasta que la voluntad y el deseo amanecen nuevamente.


3. El Guerrero acepta y asume su finitud, y siente a la muerte como una alquimia más del Universo. Y eso lo asusta.


4. El Guerrero descree de lo determinado y en cada paso germina su existencia.


5. El Guerrero templa su humildad para encontrar primero y exorcizar luego sus miserias, dolores y miedos.


6. El Guerrero emprende cada acción con todo amor, intensidad y pasión. Asumiendo los riesgos que ello implica.


7. El Guerrero entiende que en esta vida humana nunca será un ser puro, que sus miedos mutarán y lo constituirán hasta el fin de su existencia corporal.


8. El Guerrero contagia su espíritu a sus seres queridos, aprende de ellos, los acompaña a sol y sombra, los contiene y refugia en ellos, y bajo ningún punto de vista los abandona. Sobre todo con las almas que van naciendo.


9. El Guerrero sabe que no puede manejar todo y que la existencia es un mar tan inexplicable como sorpresivas e incontables las posibilidades que en el puedan surgir. Y que nunca va a saber que puede suceder con la próxima marea.


10. El Guerrero por sobre todas las cosas ama lo qué es y hace lo que hace porque ese camino construye voluntariamente. Y sabe que no puede ser nada más que lo qué es y cree en ello con todo su corazón.


domingo, 6 de septiembre de 2009

Horizonte

Estoy encerrado en una celda cuadrada enorme y el techo de rejas metálicas roza mi cabeza. Las paredes son de piedra, el guardia de uniforme azul en el pasillo camina de un lado al otro repitiendo incesantemente ¡Cuidado con el monstruo, cuidado con el monstruo, cuidado….! Su cara se difumina en la oscuridad y una poca estela de luz solar penetra la ventanita.

Miro para arriba, traspasando el techo enrejado las piedras del muro se erigen inacabables. Y de pronto el hueco se llena con una bestia de piel grumosa y seca; aterriza su brutal consistencia sobre el techo dando aullidos y rugidos. Sus tentáculos intentan agarrarme y yo me muevo de un lado al otro, esquivándolos, saltándolos; advirtiendo que su piel está entre el rojo y el rosáceo, como la carne humana pelada. Esta inhumana criatura persiste apoyada en el techo, presionando con su cuerpo; desde abajo sólo diviso una forma espiralada que termina en una boca negra e infinita, con cientos de colmillos blancos en cada canaleta que forman el camino hasta ella.

Entre salto y salto para eludir sus largas extremidades aparezco en un muelle que sin fin a la vista llega al horizonte. El piso es de madera y las barandas de concreto. El sol no aparece, sin embargo es de día y el cielo celeste resplandece sin reflejar ninguna nube en el alisado mar azul. A un lado y el otro del muelle llana la arena se extiende. Atrás mío oigo su voz. Sin verla (y no voy a hacerlo durante todo el sueño) percibo su pelo negro y esos ojos en forma de finitas estrellas. Es ella pero su ser no es con quien jugaba de noche en el balcón. Entre risas me dice que camino gracioso, que parezco Chaplin y sin cruzar nuestros rostros, lo imito haciendo distintas piruetas y ella ríe más dulce todavía. Y antes que el fantasma que no voy a ver se evapore, más adelante en el muelle unos horribles tentáculos se elevan por sobre el horizonte. Comprendiendo la situación, como el guerrero que no puede eludir su misión, me despido en paz celebrando el amor que nos dimos. Lo último que escucha de mí es que voy a seguir camino unos metros más hasta llegar al pozo cuadrado donde está el monstruo que voy a matar.


martes, 1 de septiembre de 2009

Resistir

Eolo me enseña analogía para resistencia
PEZ


Cuando gritás
que sea el último acto
y no sos dueño
de tu respiración.

Cuando una decisión improvisada
va a dispararte a la nada
y ningún pensamiento
te soluciona el día.

Cuando el pico de la montaña
se pierde en la niebla
y la sensibilidad poética
se fue a la mierda.

Cuando te sentís frágil
ante el menor viento
y no hay canción ajena
que te contenga en silencio.

Cuando una descarga eléctrica
serpentea tu pierna
y el inconsciente se volvió
una despiadada hiena.

Cuando la lengua está
vacía de milagros
y con lágrimas azules
se empapan las manos.

Cuando te escudás
en tu única creencia.