sábado, 24 de noviembre de 2012

Cómoda cobardía



Mi cuerpo
escenario hecho planeta
arrasado en silencio
violado por decreto.
No es un espejismo,
es verdad hay sed
pero nadie resiste,
penosamente se entregan 
con las bocas pobladas de rouge.



miércoles, 21 de noviembre de 2012

¡Chacales!



Miro mis manos buscando
sólo encuentro 
estatuas de chacales,
parecen tener fiebre
lo que sí está confirmado
es su mirada asesina
¿Cuánto llevarán ahí?
Si no estuviera encadenado
quizás les caería en gracia.

Bajo el horizonte emerge
una tormenta,
las estatuas ni se inmutan
tampoco interrumpen
sus tenaces mordidas 
a mis palmas. 


sábado, 17 de noviembre de 2012

Zapatos de calavera para viajar en el tiempo



 Los zapatos estaban hechos de calaveras, blancos y pulidos, de fiesta y para baile. A simple vista parecían de seda. “¿Para qué son?”, le pregunté. “Son para viajar en el tiempo”, respondió, alegre y alucinada como una nena que juega. Sonreí asombrado, y ella enseguida se dio cuenta que no le creí porque me tomó de la mano derecha y sin decir nada me llevó por el pasillo. Lo recorrimos dejando atrás varias puertas (algunas abiertas, otras cerradas) hasta que llegamos a un vano al que le faltaba su puerta.
Era la habitación de servicio, sin luz y muy chiquita. Sobre el lado derecho había otra puerta, la abrió y allí estaba: una esfera plateada y eléctrica. Como un planeta de masa tormentosa con rayos y centellas envolviéndola, moviéndose como la cabeza de Medusa.
El espectáculo visual era increíble pero el sonido estaba muerto. Inmerso en el más profundo silencio la esfera flotaba a medio metro del piso. Ella me miró y hablando convencida me dijo que íbamos a viajar en el tiempo, que me quedara tranquilo que hacía varios días que venía haciéndolo, que siempre salía todo bien salvo por un pequeño detalle.
“Siempre viajo hacia atrás en el tiempo, nunca adelante; la verdad es que no entiendo el mecanismo ni la lógica del viaje y te soy sincera, tampoco quiero averiguarlo, por lo menos por ahora”, fue lo último que le escuché.
Su mano desgranó rápidamente hasta que quedé agarrando el vacío, yo seguí de largo atravesando la esfera; desapareció sin descarga eléctrica alguna, fuerza o temblor que me sacudiera. Nunca más volví a verla o saber de ella. Aún la extraño, mucho, demasiado.

***
“¡Otra vez me volvió a ocurrir!” me dije. Otro viaje, sola y al mismo lugar, con los colores y muebles más frescos. Hice lo mismo que al final de todos los viajes anteriores: salí de la habitación y volví a caminar por el pasillo. Crucé varias puertas (algunas cerradas y otras abiertas) hasta que en una habitación lo vi a mi hermano. Estaba con su siempre cuerpo flaco y escuálido como el de una lagartija, pero con músculos marcados y fibrosos; estaba hermoso.
Sin saludarme pero cálido y entrador como era, me preguntó por mis zapatos. No dudé en contestarle (llevaba tanto tiempo acumulado con ganas de hablar con él que absorbí las lágrimas; nunca le gustó verme llorar), no dudó en reír y preguntarme si lo estaba cargando. Lo tomé de la mano, me siguió; unas cuantas puertas después estábamos en el cuartito de servicio. El contenido era diferente pero el uso que le dábamos era el mismo. Curioso pero decidido, mi hermano abrió la puerta interior contigua a la entrada del cuartito y con los ojos como los de un camaleón quedó prendido de la esfera, quieto, aguardando que le dijera algo.
“¡Mirá!” le dije y de la mano lo llevé a la esfera eléctricamente plateada. El viaje duró unos segundos, lo mismo de siempre. Dí un respiro largo y acongojado, y comencé a caminar nuevamente por el pasillo mientras me pregunto si me creerá.



lunes, 12 de noviembre de 2012

Pájaros



 Aves en sueño
livianas de libertad
de cisne, sin hundirse

ni perderse en
ningún puente, nadando
la inmensidad.





viernes, 2 de noviembre de 2012



La luz de todas
las luces, insaciable
y finita sed.