"Debes enfrentarte"
Debes enfrentarte a
tu vida
que está trepando
por ti
como una ensimismada serpiente
enroscada
caracol – baba
debes enfrentarte
lo inevitable
finalmente
¡Huesos Sangrientos te ha atrapado!
(Al final del texto podrás leer el nombre del autor de la poesía)
Uno tiene la suerte o la desgracia de estar dando vueltas por esta existencia que alguien/algo (seguramente en su lisérgico juicio) llamó “vida”. Lo que si es glorioso, es poder andar consumiendo una innumerable cantidad de textos. Sea en papel, en fílmico, de forma digital, pictórica y melódica, entre tantos. Esos textos, esas ideas, esas percepciones, esas historias, esas experiencias de vida se cuelan en uno, destrozando argumentos que durante años y años nos encargamos de criar. Cómo pequeños hijos a los que vamos a defender a muerte, hasta que alguien con palabras que al principio nos suenan descabelladas, hacen crecer a esos argumentos o directamente los entierran tres metros bajo sangre. Un viaje que puede tornarse tanto descabellado como iluminador va sobre rieles, difícilmente de ser domado, abre las emociones y apaga las sensaciones. La esperanza traída desde niño puede tornarse en desolador escepticismo. Sin edad suficiente para manejar completamente la puesta de sol en el corazón, la búsqueda de conocimiento se vuelve a veces, un vaciamiento angustioso más que el enriquecimiento del alma. Contradictorio, como la existencia misma y a veces, solo en contadas veces, casi sin sentido.
¿Quién no se sintió atrapado en su cuerpo? Preso en una celda de células y tejido, despierto por una fuerza a la que nunca pidió (o por lo menos recuerda haberlo hecho) que lo pusiera en pie. En este lugar la palabra “muerte” provoca contadas veces el miedo. Miedo cultural, miedo cultivado en las familias; pequeños ghettos sumisos a un orden religioso aprovechador de los que no se cuestionan nada ¿Y si la muerte es la gran victoria? ¿Si el alma triunfa al morir el cuerpo, para poder fluir sin forma, sin peso, sin consistencia perceptible a nivel humano; para confluir en un vacío hacia un único lugar sin materia? “¿Qué razón de ser me habrá puesto piel en la inmensidad?”, pregunta Luis Alberto Spinetta. Más textos, más experiencias de vida y mientras tanto, uno sigue averiguando.
La vida biológica del cuerpo cómo una batalla que suprime la memoria, entre las paredes del nacimiento y la muerte. El cuerpo, el ser humano, una estación de paso del viaje desde no recordamos donde y hasta no sabemos donde. ¿Cómo comprenderse fuera de lo humano? La mente resguarda secretos con puertas blindadas de dolor y miedo. Un miedo imposible de poner en palabras, un miedo no proveniente del nicho cultural. Un miedo engendrado en las entrañas más íntimas de nuestro ser. Atravesamos ese dolor o por lo menos lo intentamos. Porque estamos decididos a seguir en esa búsqueda de respuestas que buscamos afuera y adentro. No soportamos el estancamiento de nuestro ser, no aguantamos respuestas totalmente satisfactorias, porque sabemos que cuando encontramos la solución a un dilema otro más enroscado surge y así, cómo un camino infinito nos embarcamos los que un día elegimos los rieles de la evolución de nuestro intelecto, la evolución de nuestra emoción, la evolución de nuestro espíritu y la evolución de nuestro corazón. Más y más preguntas vamos a ver crecer, las vamos a regar, a cultivar para seguir en la búsqueda de nuestro Santo Grial.
Mientras el tiempo transcurre, seguiremos leyendo, escuchando música y viendo películas; intentando saciar esa duda infinita, a pesar de todo seguiremos, a pesar de la angustia que le sigue al conocimiento. Seguiremos replanteando/nos cosas tontas, cosas intrincadas, cosas simples, cosas dolorosas, cosas curiosas, cosas necesarias o cosas por ahí sin sentido. Morimos y nacemos en cada texto ingerido. Seguramente esa no es la única forma de atravesar esta existencia, pero es la elegida por algunos.
La poesía que abre este texto es de James Douglas Morrison. La que cierra es mía.
“Piel en la inmensidad”
El día
es vida
el presente
se deshace en mi mente
Mis horas
se prenden a olas
acuosas de miles de hojas
sólo quiero verte como gozas
El rayo simple ilumina
callado absorbe mientras camina
sólo sirve si imagina
no es dulce si se mantiene pasiva
Entre pinceles que bajan
las muertes marchan
no hay marcas que azotan
solo calma en danza