El día es
un árbol del que nacen
canciones de peces.
Bañando de azul la tarde
el sol zarpa,
en su estela viboreante
me recuesto a oír el árbol.
Anticipándome al ocaso recuerdo
las mareas de tu cuerpo
golpeando mi vidrio.
***
Subo la mirada,
sin salirme del cuerpo busco mi sed.
Es de noche
y el sol junto a su estela
desaparecieron con el océano.
Sin relojes de arena
en el desierto sólo somos
un fantasma,
un fuego de luz verde
y yo.