Mostrando entradas con la etiqueta Literatura. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Literatura. Mostrar todas las entradas

miércoles, 4 de enero de 2012

De la introducción del libro "Haiku de las cuatro estaciones" (Matsuo Basho)

HAIKU Y LENGUAJE

Salvador Pániker escribe en su Aproximación al Origen: "El hombre es un animal enajenado, víctima del simbolismo de su lenguaje. Efectivamente. Más que vivir en la Percepción Pura de la Realidad vivimos prisioneros del simbolismo del lenguaje. Nuestra percepción de la Realidad viene filtrada por las categorías de nuestro mundo simbólico. El hombre no domina el mundo simbólico de su lenguaje, sino que es dominado y condicionado por él. Lo que nosotros llamamos Realidad no es más que lo que las categorías de nuestro lenguaje puede asimilar.
Digamos que el carácter relativo del lenguaje primitivo, en su gestación hace miles de años, se ha convertido en carácter absoluto y el hombre actual no sabe percibir más allá de este mundo simbólico absolutizado. Así la cultura se ha formado como proyección social del lenguaje humano y a la inversa se ha convertido en factor determinante en la formación de este mundo simbólico. No obstante, en todas las épocas ha habido hombres que han intuido una Realidad más profunda y más amplia, más allá de los límites del lenguaje y de la cultura. Se les llama sabios, místicos, maestros espirituales, y concretamente en el caso de haiku, aunque parezca paradójico, poetas.
El lenguaje es por naturaleza profundamente dualista. Surge de la separación de la cosa real y el símbolo que la designa. De esta manera y de un estado original no dual, el hombre pasa a encontrarse separado de la Realidad, ya que el símbolo se interpone. El lenguaje evoluciona al mismo tiempo que la inteligencia. Comienzan a surgir todo tipo de dualidades derivadas: sujeto-objeto, verdad-mentira, Realidad-Irrealidad, etcétera. El lenguaje se va desarrollando a partir de una serie de dualidades fundamentales hasta llegar al sistema simbólico complejo y autónomo de nuestros días. Pero este proceso iniciado desde el estado pre-simbólico -estado original, no dualista- hasta el mundo simbólico y autónomo del lenguaje actual no fue el mismo en todas las culturas. La cultura occidental -greco-judeo-cristiana- es la que más ha avanzado por este camino, la que ha creado el lenguaje más superestructurado y abstracto y, por lo tanto, la que más se ha alejado del estado pre-simbólico. De hecho la tradición religiosa judeocristiana, columna vertebral de la civilización occidental, se basa principalmente en el lenguaje escrito.
La intuición y la presencia del estado presimbólico original es mucho más patente en las culturas orientales. Oriente, al mismo tiempo que desarrollaba el mundo simbólico del lenguaje, era de alguna manera consciente de su artificialidad, de sus límites, de la falacia dualista que representaba, y siempre mantuvo un contacto sano con el estado original pre-simbólico. Por eso, sus lenguas se vieron forzadas y obligadas a ser lo menos concretas y lo más cercanas posibles a la Realidad pre-simbólica.
El haiku es una manifestación quintaesencia de esta concepción del lenguaje. Lo más importante en el haiku no es “comunicar un concepto a través de unos símbolos". Sino despertar en su autor la conciencia de la No dualidad primordial. Volviendo a Pániker: "El hombre es un animal víctima de lo simbólico. Eso explica la compulsión a imponer su propio código simbólico. Si esbozáramos una fenomenología de cualquier discusión entre humanos advertiríamos la patológica necesidad que tiene cada parte de imponer su visión simbólica de la realidad...
Nada delata tanto la necesidad que tenemos los unos de los otros como nuestras mismas discusiones y querellas. Nos sentimos incomunicados si la otra parte no acepta nuestro sistema simbólico. Somos incapaces de trascender lo simbólico y darnos la mano a un nivel más hondo y real...”
Pues bien, en el haiku el autor, especialmente los grandes maestros, no tratan de imponer nada, no quieren comunicarnos su personalidad o su sistema simbólico. Aunque pueda decirse que el haiku es un símbolo de la visión intuitiva de la realidad, creo que es algo más. El hecho de componer un haiku es en sí mismo la visión intuitiva de la Realidad, es la experiencia espiritual por excelencia, es decir, la liberación de los límites del lenguaje, la experiencia del estado pre-simbólico. ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo puede ser el haiku, cuyo material básico es el lenguaje simbólico, una experiencia del estado original pre-simbólico? ¿Es que este estado pre-simbólico puede ser expresado, atrapado por el lenguaje simbólico? Es verdad que esto es una gran contradicción. La respuesta es simple: Lo más importante en el Haiku no es lo que dice sino lo que no dice. Por eso el haiku no nos comunica nada a nivel simbólico sino que más bien despierta en nosotros una consciencia trans-simbólica, imposible de definir. En el haiku no hay comunicación conceptual, ya que no “pretende comunicarnos un mensaje simbólico" Lo que
comunica en el haiku no es lo que se dice sino lo que no se dice. Su comunicación es invisible, inatrapable. Pero la fuerza del haiku no reside solamente en lo que no dice, sino en la intensa relación que mantiene lo dicho con lo no-dicho, lo expresado con lo no-expresado, lo visible con lo invisible. Ambos factores son esenciales.
Por eso no creo que la experiencia de la Realidad pre-simbólica sea antes y la composición del Haiku después. La composición del haiku es en sí la experiencia de la Realidad pre-simbólica. Vamos a ver, no caigamos en las trampas de los conceptos. Esta experiencia de la Realidad pre-simbólica la llamamos estado original no-dual, infinito, absoluto, ya que aún no existe ninguna categoría que trace límites. Este estado es la Unidad total y absoluta, lo incluye todo, incluso el mundo simbólico del lenguaje. El problema no radica en el lenguaje. Sabemos que su simbolismo es limitado y dualista. Esa es su naturaleza. Lo absurdo sería querer expresar con este simbolismo la experiencia del estado pre-simbólico. Lo esencial es así la conciencia con la que se utiliza el lenguaje. La conciencia debe ser libre, más allá de los límites del simbolismo. Así podemos utilizar los límites del lenguaje sin caer en ellos, sin que la conciencia sea atrapada por el mundo simbólico. El lenguaje no puede expresar lo que está más allá de sus límites, pero siempre desde una gran libertad de conciencia se puede utilizarlo.
La perfección de un haiku radica entonces en su habilidad para comunicarnos lo incomunicable, es decir en su poder de sacarnos del simbolismo del lenguaje y ayudarnos a acceder al estado pre-simbólico. Pero de todas maneras, las traducciones a las lenguas occidentales del haiku japonés dan un reflejo demasiado pálido de su fuerza original. La estructura de las lenguas occidentales está demasiado atomizada en categorías y su simbolismo ha cobrado una personalidad autónoma demasiado fuerte como para despertar en nosotros una experiencia absoluta e integral.
El haiku apunta directamente a la esencia pre-simbólica, por eso su forma es generalmente un sintagma nominal, sumamente breve; y si incluye algún verbo, éste aparece desposeído de flexiones temporales y personales. La forma lingüística original del haiku en japonés aún permite expresar la no dualidad entre sujeto y objeto. La experiencia del haiku es total y absoluta, aquí y ahora. No soy "YO" el que se asombra de la belleza de la luna, y después plasmo "mi" asombro en un poema. Eso que llamamos "yo", "asombro", "belleza', "luna': y "plasmación de todo esto en un poema” constituye un todo inseparable, es algo que sucede aquí y ahora; así, por ejemplo, un haiku que literalmente traducido sería:

“Luna llena otoño rodeando lago noche toda”

Al pasarlo a una lengua discursiva, cargada de partículas y de nexos, cuyos sintagmas verbales poseen flexiones de tiempo y persona, quedaría algo así:

“Luna llena de otoño he vagado toda la noche alrededor del lago.”

Con lo cual pierde la evocación de un estado no dual, pierde toda su fuerza, y el poema se convierte así en un discurso que transcurre en un tiempo que va del antes al después. El haiku original escapa de las trampas del lenguaje discursivo y de las categorías. Se instala en la eternidad absoluta del momento presente. Y este absoluto lo incluye todo, incluso el mundo simbólico del lenguaje limitado. Por eso no creo que la composición del haiku sea posterior a la experiencia. El hecho de escribir un haiku forma parte de la experiencia del Despertar de la conciencia a una Realidad pre-simbólica o trans-simbólica –SATORI en el Budismo Zen–. Es simplemente algo que sucede. Esto no significa que componer un buen haiku sea cosa fácil. El lenguaje debe ser trabajado, maleado, depurado, día tras día, haiku tras haiku. A veces el haiku
expresa demasiado, cerrando así las puertas "a lo que no se puede expresar". A veces la experiencia pre-simbólica es vivida con tal intensidad que el haiku que intenta "no expresarla” se vuelve oscuro e impenetrable. El lenguaje debe ser templado como una espada y estar siempre preparado. Así, en un momento dado, la experiencia pre-simbólica puede manifestarse a través de la correcta polaridad "expresiva no-expresiva" del haiku.
En todo lo dicho se observa una intensa influencia del Budismo Zen. Muchos escritores de haiku siguieron las enseñanzas de Maestros Zen y practicaron la meditación Zen en tanto que experiencia de la Realidad original pre-simbólica. Los Maestros Zen repiten siempre que la experiencia por excelencia es la meditación en postura del Buda, pero que esta experiencia podía ser vivida en cualquier momento y situación de la vida cotidiana, ya sea en la toilette, caminando, comiendo, trabajando y –por qué no– componiendo haiku. Ya que la experiencia de la Objetividad pre-simbólica no está reñida con la subjetividad del código simbólico. Ambos aspectos pueden vivir en completa no-dualidad.

Francisco F. Villalba

lunes, 1 de junio de 2009

DA.....DA.....DA....DA....DA....DA....



Yo proclamo la oposición de todas las facultades

cósmicas a tal blenorragia de pútrido sol salido de

las fabricas del pensamiento filosófico, y proclamo

la lucha encarnizada con todos los medios del Asco

dadaísta Toda forma de asco susceptible de convertirse

en negación de la familia es Dada; la protesta

a puñetazos de todo el ser entregado a una acción

destructiva es Dada; el conocimiento de todos los

medios hasta hoy rechazados por el pudor sexual,

por el compromiso demasiado cómodo y por la cortesía

es Dada; la abolición de la lógica, la danza de

los impotentes de la creación es Dada; la abolición

de la lógica, la danza de los impotentes de la creación

es Dada; la abolición de toda jerarquía y de

toda ecuación social de valores establecida entre

los siervos que se hallan entre nosotros los siervos

es Dada; todo objeto, todos los objetos, los sentimientos

y las oscuridades, las apariciones y el choque

preciso de las líneas paralelas son medios de

lucha Dada; abolición de la memoria: Dada; abolición

del futuro: Dada; confianza indiscutible en

todo dios producto inmediato de la espontaneidad:

Dada; salto elegante y sin prejuicios de una armonía

a otra esfera; trayectoria de una palabra lanzada

como un disco, grito sonoro; respeto de todas las

individualidades en la momentánea locura de cada

uno de sus sentimientos, serios o temerosos, tímidos

o ardientes, vigorosos, decididos, entusiastas;

despojar la propia iglesia de todo accesorio inútil y

pesado; escupir como una cascada luminosa el pensamiento

descortés o amoroso, o bien, complaciéndose

en ello, mimarlo con la misma identidad, lo

que es lo mismo, en un matorral puro de insectos

para una noble sangre, dorado por los cuerpos de

los arcángeles y por su alma. Libertad: DADA,

DADA, DADA, aullido de colores encrespados, encuentro

de todos los contrarios y de todas las contradicciones,

de todo motivo grotesco, de toda incoherencia:

LA VIDA.


Manifiesto Dadaísta (1918) por Tristán Tzara



lunes, 20 de abril de 2009

Adios Jaime...


Creo en el poder de la imaginación para rehacer el mundo, liberar la verdad que
hay en nosotros, alejar la noche, trascender la muerte, encantar las autopistas,
congraciarnos con los pájaros y asegurarnos los secretos de los locos.




James Graham Ballard
/ 18 de noviembre de 1.930 - 19 de abril de 2009 .

lunes, 23 de marzo de 2009

F.G.L. again*


CANCION

Por las ramas del laurel
van dos palomas oscuras.
La una era el sol,
la otra la luna.
Vecinitas, les dije,
¿dónde está mi sepultura?
En mi cola, dijo el sol.
en mi garganta, dijo la luna.
Y yo que estaba caminando
con la tierra a la cintura
vi dos águilas de mármol
y una muchacha desnuda.
La una era la otra
y la muchacha era ninguna.
Aguilitas, les dije,
¿dónde está mi sepultura?
En mi cola, dijo el sol.
En mi garganta, dijo la luna.
Por las ramas del cerezo
vi dos palomas desnudas,
la una era la otra
y las dos eran ninguna.




NOCTURNOS DE LA VENTANA

Alta va la luna.
Bajo corre el viento.

(Mis largas miradas,
exploran el cielo.)

Luna sobre el agua.
Luna bajo el viento.

(Mis cortas miradas,
exploran el suelo.)

Las voces de dos niñas,
venían. Sin esfuerzo,
de la luna del agua,
me fui a la del cielo.


*Estoy leyendo una antología de este hermoso poeta, que me vuela desde la E hasta la O completa.


domingo, 15 de marzo de 2009

El Zahir


"Dijo Tennynson que si pudiéramos comprender una sola flor sabríamos quiénes somos y qué es el mundo. Tal vez quiso decir que no hay hecho, por humilde que sea, que no implique la historia universal y su infinita concatenación de efectos y causas. Tal vez quiso decir que el mundo visible se da entero en cada representación, de igual manera que la voluntad, según Schopenhauer, se da entera en cada sujeto. Los cabalistas entendieron que el hombre es un microcosmo, un simbólico espejo del universo; todo, según Tennynson, lo sería. Todo, hasta el intolerable Zahir".
Jorge Luis Borges en El Zahir.

lunes, 9 de marzo de 2009

Latez...latez...latez...latez...latez...


"Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que hay un establo de oro en mis labios;
que soy el pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas".

FGL en Gacela de la muerte oscura

martes, 17 de febrero de 2009

EN QUE CREO

Por James Ballard

Creo en el poder de la imaginación para rehacer el mundo, liberar la verdad que hay en nosotros, alejar la noche, trascender la muerte, encantar las autopistas, congraciarnos con los pájaros y asegurarnos los secretos de los locos.

Creo en mis propias obsesiones, en la belleza de un choque de autos, en la paz del bosque sumergido, en la excitación de una playa de vacaciones desierta, en la elegancia de los cementerios de automóviles, en el misterio de los estacionamientos de varios pisos, en la poesía de los hoteles abandonados.

Creo en las pistas de aterrizaje olvidadas de Wake Island, señalando a los Pacíficos de nuestras imaginaciones.

Creo en la belleza misteriosa de Margaret Thatcher, en el arco de sus fosas nasales y el borde de su labio inferior; en la melancolía de los conscriptos argentinos heridos; en las sonrisas perturbadas de los empleados de estaciones de servicio; en mi sueño sobre Margaret Thatcher acariciada por ese joven soldado argentino en un motel olvidado, observados por un empleado de estación de servicio tuberculoso.

Creo en la belleza de todas las mujeres, en la perfidia de sus fantasías, tan cerca de mi corazón; en la unión de sus cuerpos desencantados con los rieles de cromo de las góndolas de supermercado; en su cálida tolerancia de mis propias perversiones.

Creo en la muerte del mañana, en el acabamiento del tiempo, en la búsqueda de un tiempo nuevo en las sonrisas de las mozas de los bares de las rutas y en los ojos cansados de los controladores de tráfico aéreo en aeropuertos fuera de temporada.

Creo en los órganos genitales de los grandes hombres y mujeres, en las posturas corporales de Ronald Reagan, Margaret Thatcher y la Princesa Diana, en el suave olor que emana de sus labios cuando miran a las cámaras del mundo entero.

Creo en la locura, en la verdad de lo inexplicable, en el sentido común de las piedras, en la demencia de las flores, en la enfermedad reservada para la raza humana por los astronautas del Apolo.

No creo en nada.

Creo en Max Ernst, Delvaux, Dalí, Tiziano, Goya, Leonardo, Vermeer, de Chirico, Magritte, Redon, Durero, Tanguy, el Facteur Cheval, las torres Watts, Bocklin, Francis Bacon, y en todos los artistas invisibles dentro de las instituciones psiquiátricas del mundo.

Creo en la imposibilidad de la existencia, en el humor de las montañas, en lo absurdo del electromagnetismo, en la farsa de la geometría, en la crueldad de la aritmética, en las intenciones asesinas de la lógica.

Creo en las adolescentes, en la corrupción que hay en ellas sólo por la postura de sus piernas, en la pureza de sus cuerpos desaliñados, en los rastros que sus partes pudendas dejan en los baños de moteles miserables.

Creo en el vuelo, en la belleza del ala, y en la belleza de todo lo que alguna vez haya volado, en la piedra arrojada por un niño pequeño que lleva en sí misma la sabiduría de los estadistas y de las parteras.

Creo en la amabilidad del bisturí, en la geometría sin límites de la pantalla de cine, en el universo oculto dentro de los supermercados, en la soledad del sol, en la locuacidad de los planetas, en la redundancia de nosotros mismos, en la inexistencia del universo y el aburrimiento del átomo.

Creo en la luz que arrojan las videograbadoras en las vidrieras de las grandes tiendas, en la agudeza de las parrillas de los radiadores en los salones de venta de automóviles, en la elegancia de las manchas de aceite sobre las barquillas de los motores de los 747 estacionados en las pistas de los aeropuertos.

Creo en la no existencia del pasado, en la muerte del futuro, y en las infinitas posibilidades del presente.

Creo en el desarreglo de los sentidos: en Rimbaud, William Burroughs, Huysmans, Genet, Celine, Swift, Defoe, Carroll, Coleridge, Kafka.

Creo en los diseñadores de las Pirámides, el Empire State, el bunker del Fuhrer en Berlín, las pistas de aterrizaje de Wake Island.

Creo en la fragancia del cuerpo de la Princesa Diana.

Creo en los próximos cinco minutos.

Creo en la historia de mis pies.

Creo en las migrañas, el aburrimiento de las tardes, el temor a los calendarios, la traición de los relojes.

Creo en la ansiedad, la psicosis y la desesperanza.

Creo en las perversiones, en el amor obsesivo por los árboles, las princesas, los primeros ministros, las estaciones de servicio abandonadas (más bellas que el Taj Mahal), las nubes y los pájaros.

Creo en la muerte de las emociones y el triunfo de la imaginación.

Creo en Tokio, Benidorm, La Grande Motte, Wake Island, Eniwetok, Dealey

Plaza.

Creo en el alcoholismo, las enfermedades venéreas, la fiebre y el agotamiento.

Creo en el dolor.

Creo en la desesperanza.

Creo en todos los niños.

Creo en mapas, diagramas, códigos, juegos de ajedrez, rompecabezas, tableros de horarios de vuelos, carteles indicadores de los aeropuertos.

Creo en todas las excusas.

Creo en todas las razones.

Creo en todas las alucinaciones.

Creo en toda la rabia.

Creo en todas las mitologías, recuerdos, mentiras, fantasías y evasiones.

Creo en el misterio y la melancolía de una mano, en la amabilidad de los árboles, en la sabiduría de la luz.


Traducción: Claudia Kozak


TEXTO EXTRAIDO DE LA REVISTA ARTEFACTO

jueves, 12 de febrero de 2009

Secretos y mentiras























"Gente nace y gente muere cada día,

los demás nos limitamos a estorbar
y jugamos a secretos y mentiras..."

lunes, 9 de febrero de 2009

EL VIAJERO MENTAL de William Blake


He viajado a través de un país de hombres,

un país de hombres y también de mujeres,

y he oído y visto tan horrendas cosas

como nunca los caminantes de la fría Tierra han conocido.


Porque allí nace en la alegría el niño

que en el atroz dolor fue concebido,

tal como en la alegría cosechamos el fruto

que fue sembrado en lágrimas amargas.


Y si el recién nacido es un varón,

es entregado a una mujer anciana

que lo clava tendido en una roca

y en copas de oro coge sus lamentos.


Con espinas de hierro cierne su cabeza,

y agujerea sus pies y sus manos,

corta su corazón y lo desprende

para hacerle sentir calor y frío.


Sus dedos enumeran cada nervio

como un avaro contando su oro,

y de lamentos y gritos se nutre,

y él envejece, y ella se hace joven.


Hasta que convertido en un joven sangriento,

y ella mudada en espléndida virgen,

destroza sus cadenas, y la amarra

a ella a la Tierra para su placer.


LOS DIAS ANCIANOS


Se planta él mismo en los nervios de ella

como un labriego planta en su terreno,

y ella se convierte en su morada

y en jardín que le rinde setenta veces frutos.


Pronto se torna envejecida sombra

vagando alrededor de una cabaña terrestre,

llena de pedrerías y de oro

que ganó su trabajo.


Y éstas son las pedrerías del alma humana,

los rubíes y las perlas de un ojo enfermo de amor,

el oro innumerable del corazón que sufre,

el gemido del mártir y el suspiro del enamorado.




Son su alimento y su bebida,

mantiene a los mendigos y a los pobres,

y para el caminante en viaje siempre

su puerta permanece abierta.


Su pena es alegría eterna en ellos;

hacen resonar los techos y los muros

hasta que de la lumbre del hogar

una pequeñuela emerge de pronto.


De fuego sólido ella es,

y pedrerías y oro, en tal manera

que nadie osa tocar su infantil forma

o envolverla en pañales.


Pero ella llega donde el que ama,

joven o viejo o rico o pobre;

muy pronto expulsan al anciano huésped

que se va mendigando por puertas ajenas.


Va llorando errante, muy lejos,

hasta que alguien admita hospedarle,

a menudo ciego por la edad, desesperado,

hasta que puede ganar una doncella.


Y para consolar su edad helada

en sus brazos la toma el pobre hombre.

La cabaña desaparece de su vista

y también el jardín con sus dulces encantos.


Los huéspedes están esparcidos por toda la región,

porque el ojo alterado altera todo.

Los sentidos se enrollan en sí mismos, con miedo,

y la Tierra plana se convierte en una pelota.


Las estrellas, el Sol, la Luna, todo huye.

Un vasto desierto sin límites,

y no queda nada de comer o beber,

y alrededor sólo el desierto oscuro.


La miel de sus labios de niña,

el pan y el vino de su dulce sonrisa,

el juego desordenado de su ojo vagabundo

a una ilusoria infancia le conducen.

EL INFIERNO DE DANTE


Porque a medida que come y bebe se transforma

haciéndose más joven cada día,

y ambos, en el salvaje desierto

van errantes llenos de terror y congoja.


Ella huye como cierva salvaje,

su temor planta muchos matorrales salvajes,

mientras él la persigue de noche y de día,

por artificios de amor conducido.


Por artificios de amor y de odio

hasta que el salvaje desierto entero está plantado

con laberintos de díscolo amor

donde vagan el león, el lobo y el oso,


hasta que él se convierte en un díscolo niño

y ella en una llorosa mujer envejecida.

Van a vagar allí, entonces, muchos enamorados.

El Sol y las estrellas aproximan su curso.


Dulce éxtasis los árboles producen

para todos los que vagan en el desierto,

hasta que más de una ciudad allí es alzada

y más de una agradable cabaña de pastor.


Pero cuando hallan al colérico niño

el terror cunde en la extensa región:

gritan ¡El niño, el niño ha nacido!

y huyen en todas direcciones.


Porque hasta la raíz se seca el brazo

de aquel que osó tocar la colérica forma:

osos, leones, lobos, todos huyen aullando,

y todo árbol arroja sus frutos.


Y nadie puede tocar esa forma colérica

a menos que lo haga una mujer anciana.

Ella al niño tendido clava sobre la Tierra

y todo pasa como ya lo he dicho.

domingo, 25 de enero de 2009

martes, 30 de diciembre de 2008

Infierno



"Kublai Kan: -Todo es inútil si el último fondeadero no puede ser sino la entrada infernal, y allí en el fondo es donde, en una espiral cada vez más estrecha, nos sorbe la corriente.
Y Polo: -El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio".

Las ciudades invisibles de Italo Calvino

martes, 23 de diciembre de 2008

"Poeta, es decir, Revolucionario"

"Si se busca el significado original de la poesía, hoy disimulada bajo los mil oropeles de la sociedad, se constata que ella es el verdadero aliento del hombre, la fuente de todo conocimiento y ese conocimiento en su aspecto más inmaculado. En ella se condensa toda la vida espiritual de la humanidad desde que comenzó a tomar conciencia de su naturaleza; en ella palpitan ahora sus más elevadas creaciones y, tierra siempre fecunda, conserva perpetuamente en reserva los cristales incoloros y las cosechas de mañana. Divinidad tutelar de mil caras, aquí denominada amor, la libertad, en otras partes la ciencia. Ella permanece omnipotente, hierve en la narrativa mítica de los esquimales, hace eclosión en la carta de amor, ametralla al pelotón de ejecución que fusila al obrero exhalando un último suspiro de revolución social, y por ende de la libertad, chispea en el descubrimiento científico, palidece hasta en las más estúpidas producciones que la invocan y su recuerdo, elogio al que le agradaría ser fúnebre, traspasa inlcuso las palabras momificadas del cura, su asesino, a quien el fiel escucha, buscándola, ciego y sordo, en el túmulo del dogma en el que ella no es más que su polvo falaz.
Sus innumerables detractores, verdaderos y falsos curas, más hipócritas que los sacerdotes de todas las iglesias, falsos testimonios de todos los tiempos, la acusan de ser un medio de evasión, de fuga frente a la realidad, como si ella no fuese la realidad misma, su esencia y su exaltación. Sin embargo, incapaces de concebir la realidad en su conjunto y sus complejas relaciones, sólo quieren verla bajo su aspecto más inmediato y más sórdido. Sólo perciben el adulterio sin experimentar nunca el amor, el avión de bombardeo sin acordarse de Icaro, la novela de aventuras sin comprender la aspiración poética permanente, elemental y profunda, que ella tiene la vana ambición de satisfacer. Desprecian el sueño en provecho de su realidad como si el sueño no fuese uno de sus aspectos, y el más emocionante; exaltan la acción en detrimento de la meditación como si la primera sin la segunda no fuese un deporte tan insignificante como todo deporte. Antaño, ellos oponían el espíritu a la materia, su dios al hombre; hoy, defienden la materia contra el espíritu. De hecho, es la intuición contra lo que se lanzan, en provecho de la razón, sin que recuerden de dónde brota esa razón.
Los enemigos de la poesía tuvieron siempre la obsesión de someteterla a sus fines inmediatos, aplastarla bajo su dios o, ahora, encadenarla a la nobleza de la nueva divinidad negra o roja -roja oscura de sangre seca- todavía más sangrienta que la antigua. Para ellos, la vida y la cultura se resumen en útil e inútil, dándose por sobreentendido que lo útil asume la forma de un pico manipulado en su beneficio. Para ellos, la poesía es el lujo del rico, aristócrata o banquero, y si ella quisiera tornarse "útil" a la masa debe resignarse al destino de las artes "aplicadas", "decorativas", "domésticas", etcétera.
Instintivamente sienten, con todo, que ella es el punto de apoyo exigido por Arquímedes, y temen que, una vez levantado, el mundo vuelva a caer sobre sus cabezas. De allí resulta la ambición de rebajarla, retirarle toda eficacia, todo valor de exaltación para darle el papel hipócritamente consolador de una hermana de la caridad.
Pero el poeta no debe alimentar en los otros una ilusoria esperanza humana o celeste, ni desarmar los espíritus insulflándoles una confianza sin límite en un padre o en un jefe con el cual toda crítica se torna sacrílega. Muy por el contrario, a él le cabe pronunciar las palabras siempre sacrílegas y las blasfemias permanentes. El poeta debe, más que
ninguna otra cosa, tomar conciencia de su naturaleza y de su lugar en el mundo. Inventor para el cual el descubrimiento no es sino el medio de alcanzar un nuevo descubrimiento, debe combatir sin tregua a los dioses paralizantes encarnizados en mantener al hombre en su servidumbre con respecto a las fuerzas sociales y a la divinidad que se complementan mutuamente. Él será, sin
embargo, revolucionario, pero no de aquellos que se oponen al tirano de hoy, nefasto a sus ojos porque perjudica sus intereses, para vanagloriar la excelencia del opresor de mañana del que ya se constituirán en servidores. No, el poeta lucha contra toda opresión: la del hombre por el hombre, inicialmente, y la opresión de su pensamiento por los dogmas religiosos, filosóficos o sociales. Él combate para que el hombre alcance un conocimiento siempre perfectible de sí mismo y del universo. De eso no se deriva que desee colocar a la poesía al servicio de una acción política, incluso revolucionaria. No obstante, su cualidad de poeta hace de él un revolucionario que debe combatir en todos los terrenos: el de la poesía por los medios propios de ésta y en el terreno de la acción social, sin confundir nunca los dos campos de acción sopena de establecer la confusión que se trata de disipar y, por lo tanto, a dejar de ser poeta, esto es, revolucionario".

Fragmento de La deshonra de los poetas por Benjamin Péret, publicado en Le Libertaire, periódico francés de la Federación Anarquista el 14 de diciembre de 1951


jueves, 16 de octubre de 2008

Feria del Libro Independiente


Más información acá.

Realidad Heráldica

"Hermano Asno, lo que llamamos acto vital es, en realidad, un acto imaginario. El mundo -que visualizamos siempre como Mundo ‘exterior’- sólo cede a la autoexploración. Ante esta paradoja cruel, pero necesaria, el poeta descubre que le empiezan a crecer cola y agallas, nada mejor para nadar contra las corrientes de la ignorancia. Lo que puede tal vez parecer un acto de arbitraria violencia, es justamente lo contrario, pues al invertir de este modo el proceso, el poeta unifica la presurosa y distraída corriente de humanidad con la quieta, tranquila, inmóvil, inodora, insípida plenitud de donde deriva la esencia de los motivos del hombre. (¡Sí, pero duele admitirlo!) Si el poeta tuviese que abandonar toda esperanza de hallar un asidero en la superficie resbaladiza de la realidad, estaría perdido, ¡y todo en la naturaleza desaparecería! Pero ese acto, el acto poético ya no será necesario el día que cada uno pueda cumplirlo por sí mismo. ¿Qué se lo impide, preguntas? Bueno, todos tenemos un innato terror de separarnos de nuestra moral dolorosamente racionalizada; y ocurre que el salto poético que predico se encuentra precisamente del otro lado. Nos aterra únicamente porque no nos atrevemos a reconocer en nosotros mismos las horribles gárgolas que decoran los pilares totémicos de nuestras iglesias: criminales, mentirosos, adúlteros, etc. (Cuando nos reconocemos, las máscaras de papier maché se desvanecen) ¡Quienquiera que dé el salto misterioso hacia la realidad heráldica de la vida poética descubrirá que la verdad posee su propia moral interna! No es necesario ya usar braguero. En la penumbra de esta verdad, la moral puede ser ignorada, pues es una donnée, una parte de la cosa en sí, no una mera palanca, una inhibición. ¡Existe no para que se piense en ella, sino para que se la viva! Ah, Hermano Asno, esto podrá parecerte una prédica demasiado ajena a las preocupaciones ‘puramente literarias’ que te abruman; pero si no siegas con tu hoz esta parte del campo, jamás recogerás la cosecha interior, jamás cumplirás tu verdadera función en este mundo.
¿Pero cómo?, me preguntas quejumbroso, en tono de lamento. Y a esto, sinceramente, no sé qué responderte. Porque a cada uno de nosotros le ocurre de una manera distinta. Sugiero tan sólo que tú no has llegado aún al límite de la desesperación, al límite de la determinación. De algún modo, en lo profundo, tienes todavía un espíritu indolente. Pero entonces, ¿para qué luchar? Si tiene que sucederte, te sucederá sin que tú hagas nada. Tal vez hagas bien en abandonarte así, a la deriva, a la expectativa. Yo era demasido altivo. Sentía que debía tomarla por los cuernos a esa cuestión esencial de mis derechos naturales. Para mí, se trataba de un acto de voluntad. Y a la gente como yo le decía: ‘¡Fuerza la cerradura, derriba la puerta. Afronta, desafía, desmiente el Oráculo y te convertirás en el poeta, el vidente!’.
Sé que la prueba puede presentarse bajo cualquier disfraz, aun en el mundo físico, como un golpe entre los ojos o algunas líneas garabateadas a lápiz al dorso de un sobre olvidado en un café. La realidad heráldica puede estallar en cualquier punto, arriba o abajo, no tiene importancia. Pero sin ella el enigma subsistirá. Podrás viajar alrededor del mundo y colonizar los remotos extremos de la tierra con tus frases, pero jamás escucharás el cántico."


De Pursewarden a Darley, en Clea, el último libro de El Cuarteto de Alejandría.

martes, 26 de agosto de 2008

Un tipo que vomita conejos...

"Cuando siento que voy a vomitar un conejito me pongo dos dedos en la boca como una pinza abierta, y espero a sentir en la garganta la pelusa tibia que sube como una efervescencia de sal de frutas. Todo es veloz e higiénico, transcurre en un brevísimo instante. Saco los dedos de la boca, y en ellos traigo sujeto por las orejas a un conejito blanco. El conejito parece contento, es un conejito normal y perfecto, sólo que muy pequeño, pequeño como un conejilo de chocolate pero blanco y enteramente un conejito. Me lo pongo en la palma de la mano, le alzo la pelusa con una caricia de los dedos, el conejito parece satisfecho de haber nacido y bulle y pega el hocico contra mi piel, moviéndolo con esa trituración silenciosa y cosquilleante del hocico de un conejo contra la piel de una mano. Busca de comer y entonces yo (hablo de cuando esto ocurría en mi casa de las afueras) lo saco conmigo al balcón y lo pongo en la gran maceta donde crece el trébol que a propósito he sembrado. El conejito alza del todo sus orejas, envuelve un trébol tierno con un veloz molinete del hocico, y yo sé que puedo dejarlo e irme, continuar por un tiempo una vida no distinta a la de tantos que compran sus conejos en las granjas."


Feliz cumpleaños Julio.