lunes, 21 de mayo de 2012

Desprendimiento

"...y la eternidad: máquina de cualidades fatales"
A. Rimbaud


Encontrar un espacio
desprendido del Universo
y en un instante espantoso
ser infinito y voraz
deseo

martes, 15 de mayo de 2012

Cuando escriba una canción será esta

Sobre cuerdas agoniza
su lengua vieja,
terca escriba
que no desecha la infancia,
sin embargo
el tiempo es imparcial
y constante,
entonces
frente a los huesos de las piernas
aullidos perdidos
iluminan la escalera.

Son las rodillas las que caen
y el cuello latiendo
el que desborda.

lunes, 14 de mayo de 2012

Alicia, la del policial negro

Alicia desconoce que está dentro de un marco dorado, que puede ser una pantalla o una pintura, y que flota en un vacío negro. Desconoce que un nombre, paciente y transparente, mira desde afuera. Tiene puesto una piel de espectador y corre por su cuerpo sangre de centauro. No lo sabe pero el nombre también flota del lado del vacío, mirando, con ganas de entrar.

Alicia parada en el medio del rectángulo hace de frontera, del lado izquierdo un mundo de colinas verdes y cielo azul, nubes blancas que animadas rondan al sol. El espectador aprecia la perfección con que los píxeles se unen dando vida a ese idílico escenario, ¡hasta un arco iris cruza sobre el río! Alicia mira los colores, paradita con sus brazos firmes sobre el cuerpo y las manos quietas. Le da la espalda al otro mundo, al gris, al neblinoso que cubre el empedrado de la calle desierta. El silencio arrancado de un policial negro no es atracción para Alicia. Pero el espectador todo lo ve. Y amaga en movimientos hacia adelante a querer entrar al cuadro.

Alicia lo mira, lee en su mirada las ganas de zambullirse y lo invita con su manita a saltar, a entrar. Colgado ya el nombre del dorado marco, balancea sus letras entre el afuera y el adentro. No puede dejar de escudriñar a la joven y sentirse atraído por su belleza simple. Blanco y celeste su vestido interfiere entre los dos mundos. Entonces, para tomar coraje, para que el deseo suelte sus caballos de carrera, el nombre se imagina paseando de la mano con Alicia por una galería de arcos blancos sobre la costa. Siente el agua llegar mansa al borde de la galería, degusta la mano de Alicia perdiéndose en la suya. No aguanta más, la sangre brava le pide ese cuerpo, lo obliga al encuentro de los mundos, le ordena que salte.

La caída es rápida. Ahora el nombre también es límite entre un bosque idílico y un policial negro. La toma a Alicia de su mano izquierda y ve como apenas las manos se trenzan su vestido comienza a empequeñecerse, hasta que los volados del borde se detienen en la cintura. El viento que pasa de un lado otro sin fijarse cómo es cada mundo, qué los hace latir, vuela libre por la entre pierna de Alicia. El nombre cede sus miedos a tal espectáculo comenzando a asombrarse de lo que ve. Alicia con su cara y manos de carne y hueso, carga un pubis de plástico brilloso, de Barbie lisa sin sexo.

El nombre se pregunta si Alicia sabe con lo que carga, se pregunta por el futuro y se carajea por haber saltado al marco. Sin soltarla se imagina que tal vez la calle del empedrado gris y neblinosa lo conduzca a algún crimen sin resolver, a una aventura sin arcoiris de plastilina. Alicia le habla en el pensamiento y lo invita a imaginar una caminata juntos, de la mano y por las arqueadas galerías. El nombre no puede dejar de pensar en el pubis liso, en el vacío negro que dejó atrás y en el plástico inerte que lo llama. Intuye, más bien sabe que va a ir en búsqueda de un crimen para resolver.