lunes, 22 de septiembre de 2008

Otra historia del Sol



En estas tierras del sur, pasada la mitad de septiembre, la primavera siempre nos visita. Trae consigo un racimo de luz, para alimentar nuestra vida. Aguarda a que las heladas y los grises tomen otros rumbos, para despertar a los duendes y todos los espíritus verdes del bosque.

Hace 32 temporadas, en vísperas de la primavera, los duendes preparaban la fiesta de bienvenida; cuando el invierno, poseído por la crueldad humana jamás conocida, decidió quedarse por un largo tiempo, destripando el bosque hasta secarlo casi por completo.

Los festejos, junto con los duendes y flores y luciérnagas y todo lo que danzara vivo al ritmo de las hojas; fue masacrado y despedazado hasta desaparecer. El invierno sembró la nada oscura, esfumando las semillas de nuevos cantos y árboles. “Nunca más nadie bailará, reirá o amará en este bosque. Todo será números y materia prima para fabricar armas y computadoras”. Así gritó el invierno a los cuatro vientos, creyendo su terrorífica tarea finalmente cumplida.

Lo que nunca supuso el invierno, porque no siente, porque carece de sensibilidad para descubrir que no todo es materia; es que a pesar de estar el bosque y sus duendes exterminados, su esencia no había sido destruida.

El Sol, testigo de toda la devastación y que, cobardemente o vaya uno a saber por qué motivo no intervino; decidió ahí sí descender a la Tierra. Ocultándose entre la tormenta que quería ser eterna, fue recogiendo la esencia de todos los seres del bosque que el invierno había matado. Como fantasmas deambulaban los duendes, errantes sin flores donde posarse. El Sol, uno a uno los fue enlazando con sus rayos para llevarlos a su mismo centro.

Por unos cuantos años los tuvo consigo, dorándolos con fuerza y energía. Cuando los duendes sintieron que debían regresar, el Sol, al igual que una luz sin freno los devolvió a la Tierra. Una vez allí, los duendes sabían que tenían una durísima lucha por delante, debían recuperar el bosque, sus ríos, su néctar, su vida.

La imagen es de Roger Dean.

2 comentarios:

sonnenheld dijo...

Los que vienen del sol tienen una enorme capacidad de entrega acompañada por la mas letal de las inocencias. Por mas que transiten caminos oscuros (hoy se los vé cargando antiguas deudas, cicatrices y dolores)brillan en la oscuridad con el cristal flamígeo de su corazón. La ingenuidad es su mejor arma! Los proteje del cinísmo y la mentira.
Irradiar es su destino, sanación para nosotros, el resto.

Emiliano dijo...

Guerreros Solares.