domingo, 22 de marzo de 2009

Una vez por semana


A veces pesa el mundo…a veces no hay Leonard Cohen que alcance, ni estrella entrando por el balcón que calme. A veces prefiero que en vez de estar cortadas las rutas lo estén mis arterias. A veces las volutas del humo no ondulan el whisky y el hielo se hunde solo. A veces una teoría psicoanalítica me sabe a pura mierda. A veces el sentido del sentido es una plancha fría….y quema. A veces el juego es un pretexto y quiero entregar al Rey a cambio del descanso. A veces mis piernas son de piedra y el puente de telgopor. A veces el reloj es un dios hijo de puta, al que rindo pleitesía y obedezco (sin protestar nada). A veces entiendo la locura del Joker y admiro su humor. A veces descubro que soy huérfano y regreso antes de que el miedo me gane, al camino de ladrillos dorados. A veces salgo a la calle y le digo a mi fantasma “Ni loco traigo hijos a este mundo desquiciado”. A veces sueño que estoy en Roma, en el Coliseo en medio de mujeres desnudas y en el horizonte de la orgía, Borges desde su silla recita “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”. A veces todo esto es una gran broma, una sardónica obra de teatro donde totalmente lunático busco al director, para apuntarle una Glock 9 mm en el centro de su sien. A veces siento que haremos el bien pasando el peaje, siendo salvajes estaremos bien. A veces las hojas se me dibujan como mariposas presas, contentas que al parir el otoño la muerte las suelta. A veces la tristeza es tan atractiva como un vampiro hambriento y ese camino sangriento, vívidamente de dolor, es lo único que veo. A veces el corazón es un chicle pero…¿quién lo está masticando?

A veces, mejor dicho y por suerte, una vez por semana es domingo…


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