jueves, 28 de agosto de 2008

Uma Thurman

ACLARACION:

Esta sección denominada Sueños, son eso. Manifestaciones morfeicas que se plasmaron en mi inconsciente mientras dormía. Imágenes más, sensaciones menos; todo lo soñé tal cual lo relatado. Por eso, algunos relatos tengan finales abruptos o comienzos surrealistas. Están contados aquí, porque me pareció interesante darles una línea narrativa. Ojalá los disfruten.


Antes de entrar al cine atornillo el silenciador de mi Pietro Beretta 9mm. Cuando está bien firme, inflo el pecho sin aspirar aire y me pregunto ¿Para qué necesito un arma, si siendo vampiro me siento casi inmortal entre los hombres?

Con la mirada fija en la cortina púrpura, paso junto a la boletería vacía. La mano pálida sujeta el arma. Si tuviera tragaría saliva, pero sólo atino a morderme el labio inferior sin sacar los colmillos. Con la mano suelta corro la cortina, pesada como cada paso que di desde la entrada. Nada están proyectando en la sala. La mayoría de los asientos están vacíos, salvo los de la primera fila. Mientras voy hacia ellos, como algo que no se de donde saque, recuerdo que la fila 11 es la mejor para ver películas. Dicen (tampoco recuerdo quien o quienes) que es el centro exacto del cine. Si fuera así la sala tendría que tener un máximo de 21 filas pero no me importa ponerme a hacer cálculos. Son pocos los segundos que tengo hasta llegar a ellos y no los desperdicio en conjeturas inútiles.

La pistola está tan helada como mi frente. En las dos primeras hileras están ellos. En el centro, mirándome, esperando alguna razón que no tengo, Uma Thurman. Rubia, con el hermoso rostro samurai de Kill Bill Vol. I y II. Con ese corte de pelo robado al Jagger de los ´70. Su flequillo cae filosamente, acampando en las cejas. Me siento tan atraído que soy capaz de dejar todo lo que me llevo hasta ahí, pero el cuerpo no me hace caso; no quiere soltar el arma. Lo curioso es que Uma está vestida de saco y pantalón negro, con camisa blanca. Pulp Fiction. Lo que la hace más excitante aún. No hablamos. No hace falta. Sus acólitos la rodean con fidelidad. Vestidos igual que ella, se distinguen porque todos están sentados. Algunos fumando y otros con las manos apoyadas en los respaldos.

Reflexiono, sin soltar la Beretta, ¿Por qué hice lo que hice? ¿Cómo explicar el arrepentimiento de tal sacrilegio? ¿Cómo decirle que lo hice por amor y odio al mismo tiempo? ¿Cómo entregarme sin esperar una dolorosa represalia?

3 comentarios:

sonnenheld dijo...

Que extraños somos los humanos; precisamente las desarmonías fisionómicas de Uma Thurman son las que la hacen exquisitamente bella.
Un abrazo!

Laura dijo...

sólo una camisa blanca y un pantalón negro pueden ser seductores si se sabe llevarlos....

Emiliano dijo...

La seducción de la desarmonía es altamente excitante.
¡Saludos!