lunes, 11 de agosto de 2008

Asteroideos

El Mar se tragó todos los espejos. No vuelven más. Y si la canción reza que es imposible hacer una revolución sin amor, tiene razón. El Mar se revoluciona con sus estrellas tiernas, piadosas en su luminosidad. Juegan ellas en distintos remolinos, entre olas que rozan el sol formando maremotos tan poderosos de vida como el espermatozoide cuando encarna en el óvulo.
Ante la mayor creación los espejos se disuelven. No hay retorno de la energía madre. Los krakens emergen como fantasmas, hundiendo embarcaciones y devorando estrellas. Quiebran hidroesqueletos con el desconocimiento del miedo.
¿Alcanza esta epidermis marina para sentir la intensidad del Gran Azul? La creación, forma asteroidea de abrirse paso en él se retroalimenta con su infinitud. Cinco brazos nadando y creciendo, en medio de la fusión marítima. Los pies ambulacrales absorben los olvidos, devolviendo un presente instantáneo de paz.
El Mar disuelve todo con la misma fuerza de la procreación. Los espejos se diluyen en arena, en el borde continental.

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