domingo, 27 de julio de 2008

Sueño en la selva

Voy por una selva húmeda, es tan tupido el verde de las hojas y ramas, que tapan al sol. Algunos filamentos de su luz iluminan la tierra sin sendero. No se que hago ahí. Simplemente voy, camino entre los matorrales, no recuerdo si hacía calor o frío. Simplemente voy.

Llego hasta una especie de templo. Una mezcla de pirámide azteca o maya, con retazos de fortaleza y castillo. Siento el moho y verdín de sus piedras grises con mis dedos. Como si la construcción respirara, sus paredes se contraen y expanden lentamente. Si no fuera por los contados rayos del sol, diría que es de noche. Se ve muy poco. Miro para arriba y noto como el templo es interminable.

Como esas cosas que tienen los sueños, hay una parte que pierdo cuando me despierto o por ahí no sucedió nada, y de golpe aparezco en la punta de la pirámide. Ahora sí se que es una pirámide. Salgo por una puerta, se ve caer al sol por el horizonte y su brillo es tan fuerte que ilumina toda la terraza del lugar. Desde allí arriba observo la plenitud de la selva: todo es árboles y plantas.

El templo ya no es de piedras grises sino de ladrillos dorados. El sol realza su tonalidad. La pirámide no tiene punta. Es sólo una terraza con un pozo cuadrado en el medio, de donde un chorro de agua emerge del centro y cuando se abre, se transforma en hojas verdes similares a las de una palmera.

De un lado del pozo está ella. No se quien es. Nunca la vi en el mundo despierto. Es la primera vez que aparece en mis sueños. No recuerdo su pelo, su boca, si está vestida o desnuda; ningún rasgo viene a mi mente cuando despierto. Pero los sueños tienen el don de guardarnos los olores y las sensaciones, cuando la vista se nubla. Entonces la mujer sentada enfrente mío es intensamente erótica. Sin tocarnos, sin hablarnos, sólo mirándonos aunque no recuerde el color de sus ojos ni su cuerpo.

3 comentarios:

Esteban Valesi dijo...

Te lo dije varias veces: la lisergia es el camino de tu escritura.

Me gustan las ficciones que destilas sin freno, sus pinceladas oníricas concentradas, surrealistas pero muy delicadas. Dale para el frente, que estás en una búsqueda.

Ahora, estoy leyendo a un uruguayo, Mario Levrero, que utiliza tu misma paleta. Haceme acordar que la próxima vez que tomemos una birrita te lleve su libro.

Emiliano dijo...

Como siempre, agradecido por sus elogios.
Abrazo.

PD: Aguardo por la birrita....

sonnenheld dijo...

Me hizo acordar mucho a un viaje que hice por centroamérica, por algunas ciudades Mayas como Tikal o Copán; es la misma atmósfera, ni frío ni calor, ni día ni noche, sólo magia sangrienta y erotizante.
Un abrazo grande!