GALLINACEO AL SERVICIO DEL CORRAL

La moda es la moda. Y aunque yo sea un comunicólogo socialista, de pseudoizquierda, leo a Marx y el anarquismo me llama la atención; como dice mi economista guevarista preferida “La Revolución la debemos hacer con un rico perfume”. A lo que yo agrego una vestimenta adecuada.
Un atuendo que me gusta usar en la época otoñal que se nos avecina, es el chaleco. Pero he ahí el dilema (uno de millones), que no se que tipo de chaleco conseguirme y como usarlo durante este 2008. Me tomé el atrevimiento de observar algunos de mis rockstars favoritos, que normalmente usan la prenda en cuestión. Arranquemos con el primero.

Enrique Bunbury: ex voz principal de Héroes del Silencio. Como podemos observar en la foto, lleva un chaleco de tela suave, color negro y aparentemente liviano. El tema es que usarlo en cuero durante el otoño, por más ser atérmico que yo sea no me convence mucho.

Bruce Dickinson: Idolo de mi metalera adolescencia. En sus años mozos portaba un chaleco de jean, el cual fue su marca distintiva en la década reinante del Tetris. Luego de su carrera solista y al pasar la barrera de los cuarenta y pico, optó por uno de cuero algo más modernoso y motoquero. Pero, llegué a la conclusión que lo único que nos une al vocalista inglés y a mí (además del metal) es la altura.

Jim Morrison: Estilo hipón con ribetes hindúes. Hasta la vestimenta del Rey Lagarto desprende vestigios lisérgicos y caracteres de otras realidades. Lo he intentado, pero la onda de la ropa de tela hippie es muy linda para verla puesta (y luego sacarla lentamente) en las chicas, pero nunca sobre mi piel.

Intenté un último disparo y me dirigí hasta el pacífico farwest del Tío Sam. Las primeras películas de este género que vi, las recuerdo del en su momento denominado canal 11. Mi mente está algo machacada y no se si era antes o después de Sábados de Superacción; pero las Smith & Wesson de John Wayne no paraban de bajar indios y rastreros que intentaban desvalijar la diligencia. El Cowboy (Hombre de las vacas) viste un chaleco, abierto, de cuero marrón (lógicamente vacuno) con un cuello al estilo de los sacos. Pero mis lectores, definitivamente no me gustan las armas de fuego, como para andar portando una en la cintura. Ese chaleco no es nada sin una 45 acompañando el tranco.
Pero la vida es sabia y vueltera, mi elección estaba en la dirección correcta. Siguiendo las huellas dejadas por el equino transporte del pistolero, llegué a otro pistolero. Sujeto (nunca mejor dicho) que deambula en cortos pasos por las esquinas de nuestra ciudad. Sujeto que al igual que las Tortugas Ninja, basa su dieta en la pizza. Sujeto que nefastamente puede asustar a alguien porque solamente lleva el pelo largo y la tonalidad de su piel rebasa el límite proclamado por el dúo Macri-Michetti. Sujeto que incluye dentro de su coima en los cabarets, una deliciosa sesión de sexo oral de, creo yo, no más de 3 minutos. Y así, muchísimas más descripciones y detalles les podría aportar. (Los que quieran pueden agregar los suyos en la sección de comentarios).
Cual Roberto Giordano en Pinamar, los efectivos de la federal portan su chaleco refractario fluorescente de color naranja con una elegancia para nada envidiable. Con sus antebrazos pegados al cuerpo, sus codos doblados en 45 grados y sus pulgares enganchados al chaleco. Al igual que playmóviles fabricados por una matriz de a miles, observan al servicio de la comunidad como todo transcurre apaciblemente, sin que nada altere el orden que ellos creen salvaguardar. Dios y la patria se los demande, cuando ese orden se les viene en contra y les dicen que miren para otro lado, o recibirán una bala en el centro de su sien. Un último interrogante: ¿el chaleco refractario naranja es condición de producción de los tachos de basura del mismo color que embelezan nuestra ciudad, o es al revés?
Parece ser que esta temporada de hojas caídas no usaré ningún chaleco.