viernes, 5 de diciembre de 2008

Una historia sencilla



“La mañana me encuentra

sospechando en el aire…

(aire de cromo)”

Luis Alberto Spinetta



A las personas les gustan las historias complicadas, independientemente de la civilización o época a la que pertenezcan. Esto está comprobado desde que Aristóteles hizo un análisis y estudio sobre la tragedia griega, hasta nuestros días. Pero esta es una historia sencilla, que pudo o puede ocurrirte a vos, a tu abuelo o a tu amante (y si le pasa a tu amante, solamente te la contará a vos).

Dormía yo placidamente, tan pacífica y profundamente que del sueño que estaba teniendo, sólo recuerdo que el Che Guevara (o Benicio del Toro, tanto parecido me confunden) vestido con su uniforme color verde oliva y la marketinera boina negra, estaba parado en silencio, mirándome, casi como juzgándome, entre la tele y mi cama. En eso, su imagen desapareció cuando abrí mis ojos. Con desgano, presionado por la vejiga totalmente llena me levanté y fui al baño.

Al vivir hace ya 20 años en departamento, se me pegó una costumbre que algunos tildan de policiaca y otros argumentan que se debe a la frustración que arrastro, por no haberme convertido nunca en el Caballero de la Noche. Decía, esta costumbre es la de salir al balcón en medio de la madrugada, luego de haber orinado. Lo hacía cuando vivía con mi familia y lo sigo haciendo ahora que estoy solo.

Sobre la avenida Forest (ahí vivo, por lo menos hasta el día de hoy), la paz que se respira entre las dos y pico de la mañana y las cuatro y media, es relajante y energizante. Sobre todo en esta época de finales de la primavera en que los mullidos árboles que están en mi vereda y la de enfrente, desprenden sus florcitas amarillas. Los pétalos esparcidos por la calle forman unos senderos paralelos a las veredas, que parecen conducir a la tierra de Oz. Es tan impactante el amarillo cubriendo la superficie, que casi podría decir que olvido estar en medio de la ciudad. Más hermoso aún es cuando algo de viento sopla y las flores viajan por el aire, al igual que una alfombra mágica del medio oriente. Pero toda esta armonía, toda mi paz zen fue rota, desarmada delictivamente. Más que delictivamente, monstruosamente, de manera tan maquiavélica que cuando lo recuerdo, la furia me vuelve y tengo ganas de agarrar un Raid tamaño industrial y…..

Bueno, decía, estaba admirando la soledad de los semáforos, escuchando el silencio que durante el día el tráfico se apodera, cuando un cronometrado y mecanizado sonido penetró mis oídos y escarbó en mi cerebro. Eran las ruedas de mi bicicleta; las cámaras que junto a las cubiertas estaban siendo masticadas por, no una, sino ¡dos hormigas gigantes! Sí, dos insectos de la familia de los himenópteros pero de un súper tamaño.

Cada uno de estos invertebrados tenía una altura de 50 centímetros (con sus antenas seguro hacían 10 centímetros más) y un largo de un metro y monedas. Debo, si, reconocer que en ningún momento presentaron alguna actitud hostil hacia mi persona. Pero, repito, estaban comiéndose las ruedas de mi bicicleta. Ni siquiera puedo afirmar que las dejaron destrozadas, porque directamente no dejaron nada de las cubiertas ni de las cámaras. Solamente quedaron las llantas limpitas y radiantes como los ojos de un gato a la medianoche.

Al parecer no eran simples hormigas obreras, puesto que cuando finalizaron con su banquete, desplegaron sus alas y montaron el aire desapareciendo en dirección al cementerio. Cuando le comenté este suceso a un amigo, me quedé más tranquilo, ya que me respondió que a él también se le aparecieron ejemplares de estos insectos en su casa. Con la diferencia que a él y su señora, les prepararon el desayuno. Así es, cuando ellos se levantaron, dispuestos a ir a su atosigante empleo, las hormigas gigantes (mi amigo me dijo también, que los bichos tenían más o menos, las mismas dimensiones que los que inutilizaron temporalmente mi bicicleta) estaban parapetadas junto a la mesa de la cocina, con toda clase de manjares para comenzar de buena forma el día. ¿Será que hay una invasión de estos insectos? La verdad es que no lo sé, lo único que me importa es que ahora se agregó otro gasto a mi ajustado presupuesto mensual.

2 comentarios:

sonnenheld dijo...

A las costas de España llegan infinidad de dichos insectos. Éstos son de un tamaño mayor aunque conserven el característico negro quitinosamente brillante de sus caparazones. Llegan atocigados en pequeñas barcas buscando alimento y un mejor orden social. El gobierno peninsaular no ha encontrado aún respuesta a dicha plaga aunque por las noches, en sus vagabundeos nocturnos devoren no sólo llantas y cubiertas sino todo tipo de desperdicios humanos, dejando las grande metrópolis godas limpias de todo mal.
Un saludo con flit.

Emiliano dijo...

Welcome to callejon sin salida.
El mundo va camino a ser como en el video de WELCOME TO THE JUNGLE de los viejos Guns n roses.
Veremos como sobreviviremos.
¡Abrazo!