domingo, 9 de agosto de 2009

Alicia expulsada del País de las Maravillas


La disciplina y la decisión de la soledad no conocen dios. Estrangulan arterias, dosificando la respiración y así no hay mano amiga que sirva de consuelo. Como una mala noticia la caída llega y tarde es, cuando abandonamos las fuerzas y arenas movedizas nos tragan.

Un cuarto oscuro, una prisión de huesos y una manzana envenenada en el piso para cortar todo dolor. ¿Acaso hay gatos sonrientes o conejos apurados que nos arranquen de las depresivas garras solitarias? No. El deseo se vuelve olvido y el amor arrebatado o la angustia existencial lo son todo. Quizás un linchamiento de naipes armados nos haga más sencilla la tarea. Y todo el escenario, la actuación imaginada y el calor del abrazo mañanero se vayan con la puta compañía.

Tiburones desde el borde del balcón observamos mientras testeamos nuestro coraje. Y una carta pidiendo rescate se llevó la última paloma que nos quedaba. La luna se vuelve absurda aguardando la respuesta y las personas de fe un misterio. ¿Cómo harán para tener esperanza y continuar sintiendo que el camino no será solitario para siempre?

Una lanza en punta, un corazón espartano, una canción reparadora. Y a veces no alcanzan. Un cuerpo de guarida desesperados buscamos antes de que anochezca. Coincidencia de tonos, de pies, de enojos, de silencios…

En la negligencia a la fe nos revolvemos, como una profecía autocumplida; solo, sola, solos. Quizás cobardía, quizás destino, el tiempo dará el veredicto final. Mientras tanto Alicia está expulsada del País de las Maravillas...

1 comentario:

despejada dijo...

muy bueno ... hoy me siento alicia ... sin fuerza y sin palomas... pero con vos que con un llamado has acudido a mi pedido de ayuda...
muy desgarrador tu escrito, una postal de la cotidiana prisión de cemento en la que engañados creemos vivir...
salud!