viernes, 18 de enero de 2008

MALDAD

Era la maldad lo que deseaba. Finalmente y luego de tantas órbitas lo supo. El pecado primigenio, el crimen por naturaleza. Ese demonio de una sola cabeza y portal infinito. Mil fotografías no hubieran podido retratarla como la muerte que es.
Una peregrin
ación de siglos y allí estaba, enroscada al árbol. Desnuda. Una escalera arriba, otra invisible y una más al costado izquierdo, invertida por supuesto. “¿Dónde están las señales?”, si no fuera por los lentes negros la noche le hubiera arrancado los ojos. “Maldita búsqueda” y sin embargo llegamos sin saber y buscamos aún con más curiosidad. Su lengua de menta, refrescante y sudorosa, un himno a la Huerta de Dios. “La furia” pensó, es tanta y a pesar de todo sus escamas no me reflejan. Hipnotizan sus ojos pero sin pedir nada a cambio, “¿Qué vendrá luego?”.
Su potus, el Sr. Vladimir Strogonoff concebía todo desde la mochila. Sus hojas, únicas en toda la especie producían una crema curativa. ¡Cuantas veces la habrá usado antes del encuentro! “¿Se cura la maldad?”.
Desenrolló su cuerpo del árbol. Increíble que alguien pueda tener ta
nta destreza sin brazos ni piernas. La cuchara fue la primera herramienta que tuvo. Púrpura y de un material indescriptible en palabras, cálido se podría decir pero no agregar más. Profundamente cóncava y tan sensual. Cucharadas de tierra había alimentado y más energía necesitaba.
199 años habían transcurrido de la farsa del Y2K y un siglo redondo de la última Gran Guerra Global (G.G.G.). Una vez más la iglesia (sí, la Católica) lo había hecho. Salvo las obedie
ntes vacas todos eran perseguidos y arrojados a la Marmita Exorcisadora.
Mientras el planeta se hundía en otra fuga santa la serpiente pedía a siseos que la llevara con él. Toda una cruzada en honor a su gran héroe Tibor McMasters. Debía atravesar el Desierto de las Ostras para llegar a… otro sitio y así.
Dejó la manzana y no realizó talladura alguna en el árbol, pero aceptó a la serpiente y entonces él, la cuchara y el potus sanador siguieron rumbo al Desierto de las Ostras sin ni siquiera interesarse por lo que vendría luego; lo único a lo que aspiraba era encontrar un bar karaoke abierto las 24 horas. Sacudió el estiércol de sus borcegos y continuó la marcha cantando un tejano blues….

Hello there, my old friend
Not so long ago it was´til the end
We played out in th´ pouring rain
On our way up the road we started over again…



2 comentarios:

Anónimo dijo...

El mal no tiene cura!
El mal no tiene cura!

Sólo en éste plano maldito y ponzoñoso.

La esperanza se desliza en el brillo de unos ojos, en la comisura de un labio, en la alegría sin pudor. En el límite entre lo que es evidente y lo que no, se abre la puerta al lugar en el que el mal no tiene poder.

El mal es parte de la creación!
El mal puede ser redimido!

pero cuanto dolor hasta entonces...

Emiliano dijo...

Cuanta razón tenés...
Abrazo grande.-