miércoles, 9 de diciembre de 2009

Uvas de ojos



Es mi casa y debo sacarlo al sol. Lo busco furioso y él se esconde en las sombras de los cuartos. Habitaciones y más habitaciones atravieso hasta que lo agarro por detrás. A golpes le rompo el espinazo, gozando cada quebradura de sus huesos muertos. El sólo suelta chillidos infernales. Ninguna palabra, ninguna letra; su mandíbula se abre monstruosa desplegando los colmillos. Lo arrastro del cuello, (sí, del cuello) desgarrando su frac negro por todos los pasillos hasta llegar a la entrada principal. No ruega ni pide compasión, menos perdón. Entre los alaridos suelta alguna risa perversa y escupe rastros de sangre. Uso toda la fuerza que tengo para desterrarlo de mi hogar y tirarlo al jardín. El cielo es celeste puro y sol poder de luz.

Su cuerpo se arquea como una oruga y sus ropas comienzan a chamuscarse. Es un placer ver como su vientre se abre y su cuerpo se vuelve plástico verde ardiendo en fuego. Chilla y se contornea como una serpiente herida. Mientras, una delgada mano de mujer suavemente toma mi hombro y me da vuelta. Dos ojos como uvas verdes fulgurantes me sonríen. Con sus dedos finos acomoda mi barba con la dulzura suficiente para espantar el olor a muerto quemado. Cierro mis párpados y nos besamos hasta sacarnos la ropa. Eléctrico como un pez bajo más allá del vientre hasta sumergirme en su rosa de miel. Claros y vivos los pétalos se abren sobre el césped, mientras, el vampiro arde hasta volverse cenizas.

2 comentarios:

Juicy dijo...

Aunque el vampiro vuelva a aparecer, también habrá mañanas de sol. Me gustó mucho.

Emiliano dijo...

¡Gracias!