A veces pesa el mundo…a veces no hay Leonard Cohen que alcance, ni estrella entrando por el balcón que calme. A veces prefiero que en vez de estar cortadas las rutas lo estén mis arterias. A veces las volutas del humo no ondulan el whisky y el hielo se hunde solo. A veces una teoría psicoanalítica me sabe a pura mierda. A veces el sentido del sentido es una plancha fría….y quema. A veces el juego es un pretexto y quiero entregar al Rey a cambio del descanso. A veces mis piernas son de piedra y el puente de telgopor. A veces el reloj es un dios hijo de puta, al que rindo pleitesía y obedezco (sin protestar nada). A veces entiendo la locura del Joker y admiro su humor. A veces descubro que soy huérfano y regreso antes de que el miedo me gane, al camino de ladrillos dorados. A veces salgo a la calle y le digo a mi fantasma “Ni loco traigo hijos a este mundo desquiciado”. A veces sueño que estoy en Roma, en el Coliseo en medio de mujeres desnudas y en el horizonte de la orgía, Borges desde su silla recita “Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quién es”. A veces todo esto es una gran broma, una sardónica obra de teatro donde totalmente lunático busco al director, para apuntarle una Glock
A veces, mejor dicho y por suerte, una vez por semana es domingo…
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