El sol devoró
su último vestido de primavera,
ella sonrió
y lloró azul.
Desesperado,
descubriendo el momento infinito
extendió sus manos sobre la costa,
callada
y con un ramo de flores
arrancadas del vestido
se arrojó al río.
Los ecucaliptus asesinaron hojas
ardiendo sobre el agua gris,
el fuego dibujó el curso profundo
en ritmo de carrousel
sus rodillas desmoronaron
al son de la locura
cerró sus manos.
1 comentario:
Muy bello poema, tiene unas imágenes increíbles.
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